La fibrilación auricular (FA) es la arritmia más común en los países occidentales y se asocia con una elevada morbilidad y mortalidad⁽¹⁾. Su relevancia para los sistemas de salud es muy elevada y continúa en aumento, ya que se prevé que su prevalencia se duplicará en las próximas décadas⁽²⁾. El tratamiento de elección para la prevención de eventos tromboembólicos en pacientes con FA son los anticoagulantes orales (ACOs)⁽³⁾. Entre ellos, durante décadas, fueron los antagonistas de la vitamina K (AVKs) la primera elección de tratamiento. Actualmente, son los anticoagulantes de acción directa (ACOD) la alternativa eficaz y segura recomendada y más utilizada en estos pacientes⁽⁴⁾.

A pesar de ello, aún existe recorrido para optimizar el abordaje de los pacientes con FA: Los retos en el diagnóstico y las oportunidades que las nuevas tecnologías nos ofrecen; el apropiado manejo de las comorbilidades y los factores de riesgo asociados y su consideración como eje central en la atención al paciente con FA, tras la publicación de las nuevas guías con la aproximación AF-CARE⁽²⁾; la mejora de la anticoagulación y la adherencia y persistencia al tratamiento por parte de los pacientes, así como cuestiones controvertidas en el control de ritmo en los pacientes que sufren FA, son algunos de los aspectos en los que es preciso continuar avanzando.